quarta-feira, 24 de novembro de 2010

Sobre o trabalho da brigada médica cubana no Chile e no Haiti

Sobre o trabalho da brigada médica cubana no Chile e no Haiti
 
"Nada es tan perfecto como el sol, y el sol tiene manchas.
Los malagradecidos hablan de las manchas,
los agradecidos hablan de la luz"
 
José Martí.
 
Alexis Bandrich Vega
Conselheiro Vice - Chefe da Embaixada de Cuba no Brasil
 

LA BRIGADA HENRY REEVE EN CHILE
  • La Bridada Henry Reeve en Chile estuvo integrada por 78 colaboradores en todo el tiempo de estancia.
  • Arribó en dos grupos principales: el primero, el 1 de marzo (26 especialistas); el segundo, el 15 de marzo (33 especialistas). Posteriormente, se incorporaron otros 19 en el transcurso de la misión, para apoyar algunas especialidades.
  • La Brigada la formaron 23 médicos, 21 Licenciados en Enfermería y 34 técnicos.
  • Fueron ubicados originalmente en el Hospital de campaña número 1 de la localidad de Rancagua, capital de la provincia de Cachapoal, en la VI Región del Libertador General Bernardo O’Higgins. El segundo grupo, en el Hospital de campaña número 2 de la localidad de Chillán, de la provincia de Ñuble, en la VIII Región del Biobío, ambas localidades entre 450 y 500 km al sur de la capital chilena, respectivamente.
  • Trabajaron ininterrumpidamente 259 días (más de 8 meses) desde el 1 de marzo hasta el 12 de noviembre.
  • Fueron atendidos 79 137 pacientes, con un promedio diario de 312 por jornada. El principal grupo fueron los niños de 0 a 9 años (8 312 pacientes, el 17 %), seguido por personas entre los 50 y los 59 años (8 305 pacientes, 17%).
  • El 66% de las personas consultadas eran mujeres.
  • Se realizaron 3 183 intervenciones quirúrgicas, de ellas 2 559 de cirugía mayor de alta complejidad que incluyó el mínimo acceso (promedio diario de 13 cirugías)
  • Fueron hospitalizados 2 633 pacientes (10 hospitalizados por día).
  • Se realizaron 108 483 procederes de enfermería, con un promedio diario de 4 027.
  • Entre las principales causas de atención médicas estaban las enfermedades respiratorias, las enfermedades del sistema osteomioarticular y las digestivas. Estas tres suponen un 61 por ciento de todos los problemas de salud que asistieron los médicos cubanos.
LA BRIGADA HENRY REEVE EN HAITI
  • La Bridada en Haití tiene 839 colaboradores. De ellos, 689 cubanos -530 a tiempo completo en la epidemia del cólera.
  • La Brigada también la integran 90 graduados de la ELAM, latinoamericanos provenientes de 18 países, incluido Haití. Entre los graduados de la ELAM, 64 están dedicados a la epidemia del cólera a tiempo completo.
  • Se han graduado en Cuba alrededor de 600 haitianos y trabajan en Haití más de 500.
  • Desde 1998, han permanecido en Haití 628 cooperantes de la salud cubanos.
  • Entre los cubanos hay 18 médicos de la Operación Milagros; 147 Licenciadas en Enfermería; Tecnólogos de la Salud, 225, y 74 son personal de servicios.
  • Gonaïves, donde es más fuerte la epidemia, tiene 200 000 habitantes.
  • Puerto Príncipe, donde se han reportados casos de cólera pero no la epidemia, tiene 2,5 millones de habitantes.
  • Durante la epidemia, la Brigada Médica cubana ha atendido 22 123 personas con cólera, con 253 fallecidos. Por cada cien casos atendidos, se reporta una tasa de letalidad del 1,1%.

 
  
Alexis Bandrich Vega
 
 

quarta-feira, 17 de novembro de 2010

Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

5 Septiembre 2010 s
El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios

1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

terça-feira, 22 de abril de 2008

sobre as relações virtuais

Sobre as relações virtuais

A tarefa de escrever sobre as relações ditas “virtuais” é arriscada, pois que, muitas questões perpassam este tipo de relação. Poderíamos pensar como propõe Bauman[1] que vivemos a era dos amores líquidos e que os “encontros” por serem tão rápidos e descartáveis nos deixam esta ânsia pelo encontro com o Outro/Alteridade. Seguindo este raciocínio poderíamos pensar que estas relações refletem exatamente a sociedade que vivemos, a dita era da modernidade líquida, em que tudo se desfaz com extrema rapidez, vivemos a era do excesso; excesso de informação, de preocupação, de medo. O indivíduo contemporâneo tem medo de perder o emprego, de ficar doente, de não ter amor e também tem o medo de ter medo e assim como suportar tantos medos, tantos desterritórios[2]? Parece ser exatamente ai que entram as relações “virtuais”, que proporcionam um escape de nosso mundo “real”, algo que seja diferente de nossas vidas cotidianas, muitas vezes, por nós consideradas sem o mínimo glamour. Várias questões podem ser problematizadas, existe a possibilidade de conhecermos pessoas distantes geograficamente que de outra forma não conheceríamos. Outra situação é que em geral nos contatos virtuais trocamos idéias antes de vermos a imagem da pessoa, o que facilita o diálogo para as pessoas mais tímidas, ou que não gostam de sair a noite, por exemplo. No entanto, existe também o risco daquelas paixões platônicas que são mais projeções de nossos desejos, do que qualquer outra coisa. Obviamente as projeções podem ocorrer nas relações presenciais também. Parece que a questão a ser pensada é o que representa para cada pessoa esta busca pelo Outro/Alteridade, temos que estar atentos para avaliar em que medida esta busca não reflete frustrações nossas. E como já diz Chico Buarque: “Não se afobe não, que nada é para já, amores serão sempre amáveis”. Devemos estar abertos para experimentar o amor quando este se fizer presente em nossas vidas.

Janete Schubert

Referências

BAUMAN, Zygmunt. Modernidade líquida. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2001.

DELEUZE, G. e GUATTARI, F. 1997. Mil Platôs: capitalismo e esquizofrenia. Vol. 5. Rio de Janeiro: Ed. 34.

Música:Futuros Amantes de Chico Buarque de Hollanda.



[1] BAUMAN, Zygmunt. Modernidade líquida. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2001.

[2]Desterritorialização é, nas palavras de Gilles Deleuze, uma "palavra bárbara" proposta por Felix Guattari para o entendimento de processos inicialmente psicanalíticos mas posteriormente ampliados para toda a filosofia desenvolvida pelos dois autores, especialmente na obra Mil Platôs. Retirado de <http://pt.wikipedia.org/wiki/Desterritorializa%C3%A7%C3%A3o >acesso em abr de 2008.

sexta-feira, 11 de maio de 2007

Ninguém é deleuziano * Suely Rolnik 1) É curioso como o texto de Deleuze pode parecer acessível e poderoso para alguns e tão obscuro e até delirante, para outros. O que tenho observado ao longo destes anos de trabalho com seu pensamento é que fazer ou não sentido, quando se trata de um texto de Deleuze, não depende de erudição filosófica, nem de qualquer posição epistemológica, metodológica ou mesmo ideológica, como pensam alguns, quando querem reduzir Deleuze ao papel de um mero pensador de maio de 68. Fazer ou não sentido, no caso de um texto de Deleuze e de outros autores como Nietzsche (um dos mais presentes na obra de Deleuze), depende muito mais da postura desde a qual o leitor exerce seu próprio pensamento. Me explico: em seu livro sobre Proust e também em Diferença e Repetição, Deleuze escreve que «só se pensa porque se é forçado». O que ele quer dizer com isso? O que é que nos força a pensar? Certamente não é a competição acadêmica para ver quem chega primeiro ao trono da verdade que hoje tem sua sede no palácio da mídia cultural; isto não tem nada a ver com pensar. O que nos força é o mal-estar que nos invade quando forças do ambiente em que vivemos e que são a própria consistência de nossa subjetividade, formam novas combinações, promovendo diferenças de estado sensível em relação aos estados que conhecíamos e nos quais nos situávamos. Neste momentos é como se estivéssemos fora de foco e reconquistar um foco, exige de nós o esforço de constituir uma nova figura. É aqui que entra o trabalho do pensamento: com ele fazemos a travessia destes estados sensíveis que embora reais são invisíveis e indizíveis, para o visível e o dizível. O pensamento, neste sentido, está a serviço da vida em sua potência criadora. Quando é êste o trabalho do pensamento, o que vem primeiro é a capacidade de nos deixar afetar pelas forças de nosso tempo e de suportar o estranhamento que sentimos quando somos arrancados do contorno através do qual até então nos reconhecíamos e éramos reconhecidos. «A inteligência vem sempre depois», outra idéia de Deleuze, que ele toma a Proust, e que continua assim: «a inteligência só é boa quando vem depois», isto é, quando ela vem dar suporte para a construção desta cartografia conceitual. O mesmo se pode dizer da erudição, a qual não entra neste tipo de trabalho como uma reserva de saber que garantiria a verdade sobre todas as questões. Numa entrevista a Claire Parnet em 1988, para o canal Arte da televisão francesa (Gilles Deleuze de A a Z), Deleuze dizia que não gostava dos intelectuais. Ele os definia como dispondo de uma reserva de saber de que se servem para falar de qualquer coisa, em qualquer lugar e a qualquer momento. Para ele, não se tratava * Entrevista a Lira Neto e Silvio Gadelha, publicada com este título in O Povo, Caderno Sábado: 06. Fortaleza, 18/11/95; com o título “A inteligência vem sempre depois” in Zero Hora, Caderno de Cultura. Porto Alegre, 09/12/95; p.8; e com o título “O filósofo inclassificável” in A Tarde, Caderno Cultural: 02-03. Salvador, 09/12/95.
Erro! A origem da referência não foi encontrada.
de formar uma reserva deste tipo: ele lia os textos em função da elaboração de problemas específicos e depois os esquecia. Tudo isto define uma posição, que mais do que metodológica ou epistemológica é ética, estética e política. Ética, porque o que a define não é um conjunto de regras tomadas como um valor em si para se chegar à verdade (um método), nem um sistema de verdades tomado com um valor universal: ambos são da alçada de uma posição de ordem moral. O que define esta posição é o rigor com que escutamos as diferenças que se fazem em nós e afirmamos o devir a partir dessas diferenças. As verdades que se criam com este tipo de rigor, assim como as regras que se adota para criá-las, só têm valor enquanto conduzidas e exigidas por problemas colocados por diferenças que nos desassossegam. Estética, porque não se trata de dominar um campo de saber já dado, mas sim de criar um campo no pensamento que seja a encarnação das diferenças que nos inquietam, fazendo do pensamento uma obra de arte. Política, porque se trata de uma luta contra as forças em nós que obstruem as nascentes do devir: forças reativas, forças reacionárias. Por isso eu dizia que o que torna os textos de Deleuze mais ou menos legíveis é a posição desde a qual o leitor pensa. Se o leitor for alguém que se utiliza do pensamento como uma arma defensiva contra a instabilidade e a finitude de toda e qualquer verdade, certamente se sentirá incomodado pelos textos de Deleuze e sua reação poderá ser das mais violentas: provavelmente fará de tudo para desqualificá-los e esquecê-los, evitando assim a má consciência. Os textos de Deleuze (como eram suas aulas) só fazem sentido se os tomamos como peça de um processo de elaboração de problemas que nos são próprios. Quando o leitor faz do pensamento este tipo de exercício, ele encontra nos textos de Deleuze um universo de uma extrema generosidade. Talvez a fôrça maior do pensamento de Deleuze esteja justamente em criar condições para convocar no leitor a potência do pensamento. Quando isto acontece, a produção do leitor será necessariamente singular e, portanto, jamais “deleuziana”. Há muitas produções marcadas pela obra de Deleuze neste sentido, na filosofia, na teoria do cinema, na teoria literária, na psicanálise, na antropologia, na história, na ciência, na estética, etc). Há também uma quantidade enorme de livros sobre a obra de Deleuze da perspectiva de cada uma destas áreas. Um recente levantamento bibliográfico do que existe de publicado sobre sua obra até 1993, feito por Constantin W. B. Oundas & Dorothea Olkowski, em seu livro Gilles Deleuze and the Theater of Philosophy (Ed. Routledge. N.York-London, 1993), resultou numa lista que ocupa trinta e sete páginas, que nem é tão completa, pois não constam por exemplo trabalhos publicados no Brasil, alguns dos quais de excelente qualidade. 2) Se definirmos o “intempestivo” exatamente como a emergência de uma diferença desestabilizadora das formas vigentes, a qual nos separa do que somos e nos coloca uma exigência de criação, uma obra de arte intempestiva é aquela que se
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faz como resposta a uma exigência deste tipo; é só quando isto acontece, a meu ver, que se pode falar em arte. Sendo assim, é de se esperar que os autores que Deleuze elege como componentes das cartografias que ele traça para cada uma de suas questões, tenham com certeza algo de intempestivo, mesmo que muitos deles pareçam nada ter em comum. Ora, novamente aqui, considerar “malditos” tanto Deleuze como os autores de quem ele se apropria, tem a ver com uma certa relação com o intempestivo. Como eu já disse, esta relação se define por uma posição ética: o intempestivo só é maldito para quem não suporta encarar a finitude e insiste em alucinar o absoluto. De todo modo, uma obra nunca tem o poder de evitar os contra-sensos. Uma vez lançada, ela será apropriada das maneiras as mais imprevisíveis, tantas quantas forem as posições desde a qual se pensa. 3) Não só não vejo contradição alguma, mas pelo contrário vejo uma coerência impressionante. A morte de Deleuze não tem nada a ver com um suposto destino tenebroso da geração que cutucou o diabo com vara curta ao questionar o império da razão, como se quis dar a entender, juntando seu suicídio, com a aids de Foucault, o atropelamento de Barthes e o crime de Althusser. Esta visão, além de desinformada, é moralista, pois parece considerar suicídio, aids, atropelamento e crime como castigos não se sabe ao certo se de Deus, ou de quem não suporta a força com que este pensamento convoca o leitor a pensar. Sua morte tampouco me parece ter sido movida por uma desilusão com a revolução que não chegou até hoje, nem por um desgosto com a revolução que ainda não está podendo chegar porque o mar não está para peixes. Deleuze sempre contrapôs o “devir revolucionário” ao “futuro da revolução”, que tem justamente a ver com o enfrentamento das diferenças que se engendram no presente e a produção de devires da existência individual e coletiva em função de tais diferenças, o que nunca pára, mesmo nas épocas mais infelizes. Deleuze tinha um enfizema que vinha se agravando, há mais de vinte e cinco anos (nos anos setenta quando o conheci, ele já dispunha de apenas um oitavo de pulmão funcionando). A traqueostomia ele fêz há pelo menos cinco anos atrás, quando passou a respirar através de uma máquina. Ficava plugado a esta máquina a maior parte do tempo, sem nenhuma autonomia, só podendo falar e escrever por um brevíssimo período de tempo a cada dia. Me contou um amigo que nos últimos tempos ele ficava repetindo suas idéias para lembrá-las quando pudesse escrever. Relendo as cartas que ele me escreveu desde que voltei ao Brasil, em 1979, notei que sua letra foi ficando cada vez mais trêmula e irregular. Na última carta, no final de setembro, ele se queixava de sua restrição, de ter que aproveitar o mínimno de energia que lhe restava para seu trabalho, sem poder dedicar-se a outras leituras. Nas últimas semanas, seu pulmão chegou a um tal ponto de asfixia que ele não podia mais escrever linha alguma, nem falar; com a chegada do inverno, a coisa iria se agravar e não havia nehuma possibilidade de recuperação. Enquanto ele pôde escrever e falar, mesmo no estado precário de seus últimos anos, ele continuou a
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querer viver. Foi neste estado que ele escreveu seu último livro com Guattari (O que é Filosofia?) e organizou duas coletâneas de artigos e entrevistas (Conversações e Critique et Clinique). Mas quando tudo se tornou definitivamente impossível, ele escolheu fazer o que parece sempre ter feito em sua vida e que, em todo caso, sempre defendeu em sua obra: enfrentar as diferenças que se apresentam e, por mais insuportáveis que sejam, encaminhar a existência na direção que elas apontam. Haverá diferença mais insuportável e que requer maior coragem de enfrentamento do que a morte? Deleuze têve a coragem de afirmar a vida até neste momento extremo de seu fim. 4) Este é outro dos contra-sensos que circulam a respeito de sua obra. Como todos os demais contra-sensos a que você se referiu nas perguntas anteriores provavelmente ele se deve a um desconhecimento de sua obra, movido as vezes por uma vontade de silenciá-la. Digo isso, porque em inúmeras passagens da obra e das entrevistas tanto de Deleuze como de Guattari eles se colocam radicalmente contra a onda pós-moderna. Colocá-los no mesmo saco do pós-modernismo ou dos “novos filósofos” (que aliás não chegaram a envelhecer pois sumiram com a mesma velocidade com que apareceram) é considerar que basta problematizar o contemporâneo para ser da mesma tribo. Os que fazem esta confusão provavelmente não tem um trabalho de problematização do contemporâneo, e por uma questão de sobrevivência tentam desqualificar aqueles que o tem, colocando-os todos num mesmo saco para em seguida atirá-lo numa vala comum. Poderia dizer, em linhas mais do que gerais, correndo o risco de estar sendo super redutora, que toda e qualquer problematização do contemporâneo parte de uma despedida do absoluto. Mas até aí morreu Neves (uma das últimas versões de promessa de absoluto para o Brasil?). Sempre em linhas mais do que gerais, eu diria que a posição niilista coloca no lugar do absoluto o nada, enquanto que a cínica coloca um vale tudo. Já Deleuze e Guattari colocam neste lugar a pujança de um movimento de produção das formas da realidade; tal movimento é ilimitado por natureza, enquanto que as formas que através dele se produzem são finitas, portanto jamais absolutizáveis. Daí que, para eles, despedir-se do absoluto não é despedir-se da idéia de mudança (o nada do niilismo) e muito menos da luta entre forças que se posicionam diferentemente frente as exigências de mudança. Tampouco é despedir-se de toda e qualquer avaliação dos atos humanos (o vale tudo do cinismo). É apenas despedir-se de um certo critério de avaliação que parte de formas a priori (critério moral), para adotar um critério ético ou vital, como propunha Espinoza (outro dos autores muito presentes na obra de Deleuze): avaliar o quanto cada forma favorece ou desfavorece a vida. É verdade que com este critério perdemos a comodidade de contar com um juiz universal ou um tribunal da razão, e nos vemos órfãos, lançados numa luta permanente entre forças; como propunha Nietzsche, a avaliação é sempre marcada pela perspectiva da força que avalia e é na luta entre forças que se decide a
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verdade. Em suma, nesta visão não há absoluto de espécie alguma; só há luta entre forças e não há como se furtar a esta luta. 5) Existe uma tendência a isolar o Anti-Édipo do resto da obra, que a meu ver é uma tentativa de neutralizar os efeitos mais disruptores do pensamento de Deleuze solo ou com Guattari; aliás esta tendência consiste em isolar não só O Anti-Édipo mas a parceria com Guattari como um todo. O próprio Deleuze declara que seu trabalho ganhou um outro fôlego a partir do encontro com Guattari, quando deixa de apenas escrever “sobre” um certo exercício do pensamento para passar a escrever “a partir”deste exercício. Quanto ao Anti-Édipo, em inúmeras entrevistas ele diz que o considera como um de seus livros mais importantes, se não o mais importante. Na mesma entrevista para Arte que citei há pouco, Deleuze diz que não tiraria uma linha da teoria do desejo proposta no Anti-Édipo e que espera que este livro ainda seja descoberto em todas as suas implicações. Vou responder a sua pergunta destacando algumas das contribuições deste livro para a psicanálise, pois é este o meu campo; mas o livro tem desdobramentos também para a filosofia, a antropologia, a política, e, sobretudo, para uma teoria do capitalismo contemporâneo. Tomando emprestada uma idéia da dissertação de mestrado de Paulo Lopes acerca da proposta clínica que se pode extrair da obra de Deleuze e Guattari, eu diria que estes autores reativam algo que se encontra no cerne da inovação que a psicanálise introduz no cenário da cultura ocidental: o esforço de colocar-se à escuta do contemporâneo, o qual implica uma indissociabilidade entre crítica e clínica. Uma prática clínica que visa desenvolver a escuta do que excede as formas de expressão de que dispomos para que se possa criar novas formas que encarnem estas transformações já havidas; tal excesso nos chega através de um mal-estar e escutá-lo passa por tratar dos obstáculos que se construiu para evitar seu enfrentamento. Ao mesmo tempo, uma prática crítica que visa fazer do pensamento uma ferramenta a serviço da criação de sentido para aquilo que o mal-estar nos indica, de modo a trazê-lo à existência. Esta indissociabilidade entre crítica e clínica, no entanto, não pára de se perder ao longo da história da psicanálise. O Anti-Édipo foi sem dúvida um dos esforços mais contundentes e bem sucedidos na direção da constituição de novas coordenadas teóricas e pragmáticas visando circunscrever as importantes transformações que a subjetividade vem sofrendo na atualidade: outras formas de experiência do mal-estar, outras respostas, outros sintomas, aparecem em nossa clínica. Tenho observado que várias das questões colocadas por esta obra têm sido retomadas e desenvolvidas pela psicanálise nestas duas décadas e meia que nos separam de sua primeira edição na França, mesmo que esta origem na maioria dos casos não seja explicitada. A contribuição teórica deste livro para as questões que se colocam hoje no campo psicanalítico é de tão forte atualidade, que seu tom datado, próprio ao furor do movimento de 68 na França, não prejudica sua leitura (além do fato de que Deleuze e Guattari são dos poucos pensadores franceses que jamais renegaram maio de 68);
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o tom datado, ao contrário, acrescenta ao livro um aspecto de documento de época. E mais, penso que não é só em relação ao movimento de 68 que o espírito iconoclasta deste livro, que se expressa num tom agressivo e malcriado, constitui um documento de época; ele o é também em relação à psicanálise: era preciso fazer muito barulho para abalar a surdez ao intempestivo em que se encontrava a psicanálise na França no início dos anos 70 (surdez, aliás, anti-analítica por excelência). Em termos quantitativos esta surdez provavelmente não diminuiu, mas dá para dizer que o melhor que se produz hoje em psicanálise, embora raro, traz a marca do enfrentamento do intempestivo. Eu diria que talvez só agora, com a pressão das mudanças que se operam na subjetividade, a psicanálise seja levada a aproveitar a riqueza do Anti-Édipo. É isto o que provavelmente explica o fato de que psicanalistas das mais variadas tendências, e vindos de várias partes do país, misturem-se a clínicos não psicanalistas e também a não clínicos (historiadores, cientistas sociais, filósofos, artistas, etc) no esforço conjunto de desenvolver uma problematização do contemporâneo, no Núcleo que coordeno no Pós de Psicologia Clínica da PUC. 6) Desde o início de minha formação, sou marcada pela questão da indissociabilidade existente entre os processos de mutação subjetiva e social e, por outro lado, por uma especial atração pelo trabalho com estes processos. Isto me levou no início para as ciências sociais, mas acabei me afastando depois da graduação porque a subjetividade era então assunto sem nobreza. Na França, onde vivi a década de 70 inteira, encontrei no efervescente clima da época, principalmente na filosofia de Deleuze e Foucault e na antropologia de Clastres, recursos para elaborar a questão que me inquietava; além disso, a partir da prática clínica com a psicose em La Borde, para onde fui levada por Guattari, descobri o canal de trabalho que buscava. Foi o que me levou a decidir tornar-me psicanalista. Fiz meu curso na época áurea de Paris VII, que era também a época áurea do lacanismo na França e das lutas contra o confinamento psiquiátrico em escala internacional. Em minha prática tanto clínica quanto teórica, continuo circulando entre todos estes campos, buscando as composições mais eficientes que me sirvam de cartografia para as questões que se colocam a cada vez. O pensamento de Deleuze e Guattari se mantem como minha principal fonte de recursos, não só no trabalho, mas também em minha vida de um modo geral, pois como disse antes, pensamento e clínica praticados desta perspectiva são inseparáveis das questões que se colocam no dia a dia. Recentemente participei da ANPOCS e a questão para a qual fui convidada a falar é exatamente a que me levou a abandonar as ciências sociais vinte e quatro anos atrás, por não encontrar aí condições favoráveis para desenvolvê-la. Para minha surpresa, descobri que as ciências sociais no Brasil hoje se tornaram sensíveis a este tipo de indagação e que, ao contrário dos anos 70, atualmente existe menos resistência nas ciências sociais do que na psicanálise para problematizá-la. A urgência de encontrar encaminhamentos para a situação atual parece ter despertado
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estas indagações nas ciências sociais, enquanto que a psicanálise, de um modo geral, se mantém alheia a tudo isso, como se nada tivesse a ver com a clínica; é verdade que há cada vez mais psicanalistas que consideram a importância de tais indagações para a clínica, mas a tendência dominante, com raras exceções, é abordá-las sem se permitir deslocar-se do quadro estrito das teorias disponíveis em psicanálise. Ora, a meu ver isto vai contra o espírito da própria psicanálise tal como o entendo, pois como coloquei anteriormente, penso que as teorias em psicanálise devem se fazer a serviço de questões que se colocam para a subjetividade no contemporâneo, constituindo-se em cartografias das novas formas de subjetiviadde que se criam a partir desta problematização. 7) Concordo plenamente com Roberto Machado. Como eu dizia no início, só é possível embarcar no universo deleuziano se for a partir de um exercício do pensamento a serviço de questões que pedem passagem na existência de cada um. Ora as questões são sempre singulares, assim como singular é o estilo através do qual elas são problematizadas. Ser “deleuziano” é um contra-senso em relação ao que de melhor nos oferece Deleuze. Não sei o que me desagrada mais, se são as pessoas que resistem ao pensamento de Deleuze com o ressentimento de quem resiste ao erro ou aquelas que se entregam deslumbradas com a reverência de quem se entrega à verdade. Como já disse, o texto de Deleuze não poderia ter o poder de evitar estes e outros contra-sensos, mas seja como for, diante de qualquer uma destas atitudes o universo deleuziano torna-se estéril. 9) A obra de Deleuze e Guattari se presta, e muito, a pensar a política hoje. Através das dimensões malogradas da experiência do socialismo descobrimos a limitação das mudanças de uma sociedade, quando estas se dão apenas nos níveis macropolíticos, macroeconômicos, ideológicos, etc. Toda sociedade é feita também de um determinado modo de subjetivação dominante e sem mudança deste modo, não há mudança da sociedade. Retomando o que eu dizia no início, um modo se define pela relação que se estabelece com o mal-estar provocado pela insuperável tensão entre a infinitude dos processos de produção de diferença e a finitude das formas em que estas diferenças ganham sentido. Distintas relações com este mal-estar definem distintas éticas e também políticas, mas aqui no sentido micro, ou seja no sentido dos processos de constituição das formas da realidade subjetiva e objetiva. A dimensão política da obra de Deleuze e Guattari também se presta a vários contra-sensos. O primeiro é o de entender “micro” no sentido das relações entre indivíduos, ou intra-grupos, contra-senso que se faz também em torno da “microfísica do poder” proposta por Foucault. Mas, o contra-senso mais grave, a meu ver, se faz em torno da noção de diferença em Deleuze. Entendendo a diferença no sentido identitário (representação das características particulares de cada indivíduo ou grupo), acusa-se Deleuze pelas atrocidades que se cometem em nome
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da defesa das diferenças (guerras étnicas, racismos, fundamentalismos, etc). Ora, o conceito de diferença em Deleuze é todo o contrário disso: diferença é justamente o que nos arranca de nós mesmos e nos faz devir outro. A obra de Deleuze e Guattari nada tem a ver com a defesa de particularidades, e mais do que isso ela nos ajuda a pensar porque esta defesa pode levar a atrocidades. Se é verdade que a reivindicação da diferença identitária é politicamente correta para a conquista de direitos civis, não é menos verdade que ela pode levar a uma guetificação dos indivíduos e dos grupos (minorias) e se tornar politicamente nefasta: é que defender características particulares passa por neutralizar os efeitos das diferenças, pois estes consistem exatamente no abalo das identidades vigentes e na exigência de se criar novas figuras. Só que aqui já não estamos mais falando de diferença no sentido identitário, mas sim no sentido de novas combinações de forças, sentido proposto por Deleuze. Quando a ameaça de abalo das identidades é vivida como um perigo intolerável, para neutralizar os efeitos disruptores das diferenças e garantir a permanência das identidades vigentes, se é capaz de tudo, inclusive matar. O que Deleuze e Guattari nos mostram é que a diferença é necessariamente produção de um coletivo, já que ela é o fruto de composições das forças que constituem um determinado contexto sócio-cultural; eles nos mostram ainda que abrir-se para a diferença implica em se deixar afetar pelas forças de seu tempo. Uma política que não consiste simplesmente em reconhecer o outro, respeitá-lo, preocupar-se com as consequências que nossa conduta possa ter sobre ele; mais além, trata-se de assumir as consequências de sermos permanentemente atravessados pelo outro, uma política indissociável de uma ética de respeito pela vida. Deleuze e Guattari nos ajudam a substituir a luta em torno de ideais abstratos pelo enfrentamento dos problemas concretos. 10) Não dá para adivinhar as diversas maneiras pelas quais os séculos vindouros se agenciarão com o nosso, e muito menos com Deleuze; não dá para antever as diferentes caras que este século terá depois; só dá para saber o quanto o pensamento de Deleuze nos oferece uma vigorosa cartografia para pensar e avançar neste difícil, mas não menos apaixonante, final de século.